"Si vas a creer todo lo que lees, mejor no leas."

lunes, 27 de mayo de 2013

Invisibles y olvidados (Alpha Pam)

 
Alpha Pam, 28 años, Senegal, ocho años en España, es una bandera contra los recortes. Muerto ensangrentado en una escalera de su casa comunal de Santa Margalida, tuberculoso ignorado, marginado en la sanidad oficial, menos por los médicos solidarios del ambulatorio de Can Picafort y periodistas de creencias.

Sin papeles, pero con Facebook, Alpha Pam será una referencia por vindicar la dignidad, un caso con causa. Los graves dramas suelen digerirse en soledad, se cocinan en su miedo. Las víctimas protagonistas son secundarias para el relato de una autoridad extendida en desmesura, por encima de los detalles y, quizá, determinados sentimientos humanos.

Los sin nombre, solitarios, indigentes, desahuciados, en los márgenes la sociedad, mueren inanes, solos en las esquinas de sus chabolas, en sus pisos, sin familia ni noticia que explique quién era y qué fue de ellos, más allá de las anécdotas amarillas.

 

En la cola del supermercado una mujer mayor abre casi en secreto el puño donde oculta, con dignidad, el tesoro diario de su miseria, dos euros y medio, en monedas pequeñas. Muestra la mano a la cajera que echa cuentas y aparta de su compra la mitad del menú básico que esa ciudadana eligió.

Ambas no se cruzan palabra porque la situación es habitual. La escena se repite: gente que ha de renunciar a parte de su bolsa de alimentación, tras lentos paseos entre estantes, mirando precios y calculando el ahorro, buscando la oferta y la marca blanca que invade el paisaje del consumo. Nunca hasta ahora fueron tan visibles los precios y la apología de las baraturas.

En la máquina registradora del súper invitan al consumidor a la operación kilo de solidaridad. Entre la publicidad de tarjetas y cestas anti plástico, hay notas de gente que se ofrecen para cuidar mayores, jornaleras, apaños o clases de repaso. Otros intercambian horas de su oficio por otra prestación. Es la economía de trueque, sin dinero.

En la puerta de la tienda, en la nube caliente que suelta la maquinaria frigorífica, un hombre de una edad indeterminada por su derrota y la mirada dolorida susurra, coloca la mano entreabierta, untuosa, curtida por el sol y el frío. Es quien duerme en la entrada de la caja de ahorros. Antes de tumbarse sobre dos cartones hurga en los desechos comestibles de la basura del gran colmado.

Las escenas de esa realidad urbana y periférica, son algunas de las arrugas del cuerpo olvidado de la crudeza que la crisis-tsunami se esparce en miles de puntos.

Existe la miseria como una herida abierta sobre las conciencias de quienes mandan, recortan y tanto poseen. Pero casi nada modificará el estado de desamparo humano, la condena de los que fracasan, atrapados por el entorno que no pueden controlar desde que se dictó la desmesura.
En el vértigo del ascenso y la bonanza nadie meditó sobre qué había alrededor, qué pasaría con aquellos que no podían seguir el paso y caían del tren de la normalidad. Los presupuestos sin freno de infraestructuras megalómanas (multitud) aplastaron a un tercio de la población ahora encadenado a la pobreza, a un destino que no pudo elegir.

El panorama se sedimenta con apisonadoras. Las clases quedan identificadas por su posición, en la nata evanescente de la frivolidad o en el polvo subalterno que nadie quiere ver. Asalariados, pensionistas, parados protegidos, van quedando desconectados del paraíso del Estado de bienestar.

Sueldos recortados, pagas extras esfumadas, prestaciones habituales podadas en sanidad, medicamentos más caros, educación sin profesores, menos transportes. Vacío en los servicios sociales. Y la cultura, que es el placer y las emociones de la inteligencia, resulta el primer bien social que el poder desecha.

Esos días, a veces, la muerte de los miserables se despeña en las portadas de los diarios o queda sepultada en la explosión criminal de los sucesos. Alpha Pam, por ejemplo, será ejemplo en la memoria inevitable. Recordará la decisión de excluir al miserable, diferente, al veto en los servicios asistenciales universales.

OPINIÓN PERSONAL.

No hay mucho más que decir. España se está convirtiendo en un país injusto.
Gente que vive muy bien y otros que no tienen ni para comer.
Unos que roban mucho y no van a la cárcel y otros que roban para comprar leche o pañales y son condenados.
Se pierden derechos cada día. En sanidad, en educación, en trabajo, en bienestar…..

No sé qué futuro nos espera.

Alvaro Santero.
MALTRATO ANIMAL.
Éste es el espantoso panorama que deja cada año la fiesta del Rocío. Según leemos en El País, durante el camino a la ermita han muerto 13 caballos, y encima tenemos que alegrarnos de que sean siete menos que el pasado año.

La presidenta de la Asociación CYD Santamaría de recuperación de animales, Concordia Márquez, ha explicado que los caballos mueren de sed y agotamiento. Sólo dándoles de beber y comer y dejándolos descansar, se evitarían las muertes. Comenta que algunos animales son alquilados por personas que no saben cuidarlos y que tampoco están entrenados para hacer semejante camino.
Y todo esto a pesar de que el Ayuntamiento de Almonte ha repartido manuales gratuitos sobre cómo cuidar a los caballos, y que las autoridades tienen preparado un equipo para atenderlos. Y no sólo eso. La Asociación se ha ofrecido a ir al camino con sus veterinarios, pero no les dejan.
Una muestra más de lo que es una conducta civilizada acorde con el siglo XXI. Demencial.

OPINIÓN PERSONAL.
Es verdad que hay muchas personas que llevan sus caballos y otros animales al Rocio y que los tratan bien y los cuidan en todo momento, pero también están los que no lo hacen.
Por otro lado hay muchos caballos que son alquilados y que a lo mejor no están en condiciones de hacer el camino. También a veces los alquilan personas que no saben como cuidarlos o que una vez metidos en la fiesta se olvidan de ellos.
Esto no debería de pasar y tendría que haber más control. Los animales no deben sufrir para que los humanos se diviertan.

Alvaro Santero


jueves, 16 de mayo de 2013

Dilemas morales.

DILEMAS MORALES.

¿Qué hacer cuando se presenta un dilema moral?.
Estas son situaciones que se nos pueden presentar a lo largo de nuestra vida y tenemos que intentar tener claras nuestras prioridades, y no solo lo que nos beneficie a nosotros si no pensar que existen otras personas que se pueden ver afectadas dependiendo de la opción que escojas.
En este crédito aparte de centrarme en los dilemas morales también me quería centrar un poco en la opción de que haya un dilema moral y en este una enfermedad.
Un ejemplo para entenderlo es:
En la opción de que tuvieras un amigo con algún tipo de enfermedad centrándonos más en enfermedades de tipo mentales, psicológicas etcétera  ¿cómo actuarias?, si se tratara en que tuvieras que elegir entre varias opciones (ves que tu amigo está cada vez peor y cada vez te trata peor no solo a ti si no a todos que harías lo ayudarías o solamente le dejarías toda la carga a la familia...) Ejemplos como este son situaciones con las que no podemos encontrar a lo largo de nuestra vida y que hay que afrontar escogiendo la elección más idónea en tu opinión. Elige bien por que tu elección te acompañará el resto de tu vida y no solo para bien también te acompañaran tus malas decisiones por eso tienes que escoger la opción que verdaderamente creas que es la que quieres  y si puede ser que sea la mejor para todos los que se vean afectados en esta decisión.
Con esto quiero deciros que penséis las cosas dos veces antes de actuar, y que miréis a vuestro alrededor para daros cuenta de lo que tenéis y no de lo que queréis.




Intenta siempre escoger tu camino correcto.
José Javier Melado Artacho.

martes, 14 de mayo de 2013


Treinta delfines varados en una playa de Brasil fueron salvados por bañistas.

Las imágenes de un grupo de bañistas salvando a 30 delfines en una playa de Río de Janeiro, Brasil, se ha convertido en una verdadera sensación en Internet.
Al parecer los mamíferos fueron arrastrados por una fuerte corriente oceánica, hasta la orilla de la playa Arraial do Cabo. En un principio los turistas se quedaron contemplando la desastrosa escena, sin saber qué hacer con exactitud, hasta que los guardacostas les dieron el ejemplo.
Tardaron alrededor de dos o tres minutos en devolver a los 30 animales al mar. En el vídeo se ve a los turistas y guardacostas tomándolos por la cola y empujándolos hacia el agua.
Al final todos los delfines fueron salvados, y lo que pudo haber sido una tragedia se convirtió en un claro ejemplo de amor por los animales.





OPINIÓN PERSONAL.

Esta acción por parte de un grupo de humanos me ha parecido muy buena. La mayoría de las veces los hombres son los mayores depredadores de las especies animales y en ocasiones tienen poco respeto por la vida animal o por el dolor que sientan.
Los hombres deben de darse cuenta de que deben proteger y preservar las especies animales y vegetales para futuras generaciones. Evitar que haya especies en extinción, la mayoría de las veces por culpa del hombre.
En esta playa, las personas que estaban allí se portaron muy bien ayudando a los delfines a volver al mar. 

Álvaro Santero.