"Si vas a creer todo lo que lees, mejor no leas."

jueves, 6 de junio de 2013

Giges.

Tras leer esta historia que no  hace falta que resuma, se me ha venido una frase a la mente: ''La realidad supera a la ficción''
He de decir que no me ha llamado mucho la atención la historia en sí misma, pero creo que hay un gran trasfondo que es la verdadera esencia que se nos debe quedar al recapacitar y asumir este relato.
Comenzaré por el principio; ¿Es verdad que el ser humano necesita que otro ser humano le reconozca el mérito de sus propias azañas? ¿Qué hace que dependamos de la opinión de los demás para ser más o menos felices? Esto ocurre cuando al principio de la historia Candaules no es capaz de disfrutar de la supuesta belleza de su mujer sin que alguien le reconozca el mérito. Supongo que es normal que necesitemos la aprobación y el reconocimiento de nuestro trabajo, pero esto ha de llegar a un límite, porque cada uno de nosotros debe ser capaz de pararse y meditar sobre lo que nos pertenece y lo que no. Parece una paradoja, nos gusta lo privado, efímero y único, pero seguimos modas, compramos a multinacionales , y nos encantaría que George Clooney apareciera en nuestra casa. Pues bien aunque los ejemplos que he puesto en relación con la historia pueda parecer un anacronismo total creo que es la forma más fácil de entenderlo y tenemos que aprender a darle importancia nosotros mismos a lo que nos gustaría que hicieran los demás. Puedes aprender a valorar y sentirte rico con lo que tienes, o hacer que tu felicidad dependa de la decisión de otros.
Otro hito bastante destacable y que llama la atención es, por qué una mujer desnuda que descubre que hay otro hombre en su habitación que no es su marido tiene la sangre fría de esperar al día siguiente y comunicar la decisión que ha tomado por haber hecho eso. Aunque esto no esté basado en hechos reales, a veces nuestra cabeza nos juega buenas pasadas y actúa antes que nuestro corazón. ¿Qué habría hecho la mujer de Candaules  si hubiese dejado desatar su ira? Tal vez no habría llegado a darse cuenta de que el verdadero problema de cordura lo tenía su marido, por desear el deseo de otros.
Y por último y no menos importante, claro está, es la decisión de Giges: es imposible no pensar qué hubieses hecho tú en ese lugar. Pero creo que historias así no están hechas para tomárnoslas como si fuera una noticia de un telediario, sino más bien como si alguien sabio nos hablara, como si alguien nos hubiera dado el mejor consejo del mundo, como si fuéramos capaces de oler esa situación, e incluso de convertirla en algo tangible trasladándola  a nuestra vida.
Porque ¿Para qué están las historias? Las historias nos hacen poderosos, nos hacen sensibles, nos hacen llorar, nos enseñan, nos recuerdan, nos desagradan, nos hacen perderlo todo y volver a ganarlo en un segundo.
Al leer el relato es muy fácil ver los dilemas morales, e incluso es fácil ver la raíz de este, pero lo que no hace todo el mundo es pensar en por qué alguien ha escrito algo así. Lo que no hace casi nadie es formularse las preguntas adecuadas para comprender nuestro entorno un  poco más. No le damos importancia a las historias y algo así es demasiado triste, porque si nos paramos a pensar, quien no tiene historias, no tiene nada.

Laura Coll.



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